Una clase en Francia
Tras doscientos veinticuatro años de ausencia, la religión iba a ser reintroducida indirectamente en el sistema escolar francés. Así
se aprobó en el mes de julio de 2006. Según un sondeo publicado por el
vespertino católico La Croix, el 70 por ciento de los adolescentes
estimaban que la enseñanza de la religión, en la escuela primaria y
secundaria, «ayuda a vivir juntos, en comunidad».
La religión fue desterrada de la enseñanza pública francesa el mes de marzo de 1882, cuando Jules Ferry impuso el principio de laicidad, echando los cimientos de una escuela «pública, laica y republicana».
La enseñanza de la religión estuvo asegurada, sin embargo, por la enseñanza privada, esencialmente católica, subvencionada en distinta medida, desde entonces.
En 2002, el gobierno socialista de Lionel Jospin encargó un informe al ensayista Regis Debray,
para volver a pensar el posible puesto de la enseñanza de la religión
en la escuela pública. El antiguo guerrillero y compañero del Che
Guevara, consejero de François Mitterrand, durante algún tiempo, redactó
un célebre informe sugiriendo la reintrodución del «hecho religioso» en la enseñanza pública francesa.
Aquel informe aconsejaba la enseñanza del «hecho religioso» en la escuela pública. A juicio de Debray, el olvido e ignorancia de la religión podía tener consecuencias catastróficas para la cultura general y la memoria colectiva.
Debray se apresuró a subrayar que, a su modo de ver, «no se trata de reintroducir a Dios en la escuela, sino de desapasionar al debate y
poner de manifiesto que la ignorancia del hecho religioso podría tener
consecuencias muy negativas para la cultura general básica».
Un decreto del mes de julio de 2006 reintrodujo la enseñanza del «hecho religioso» en la escuela pública francesa, intentando ofrecer a los alumnos una «base común» de conocimientos históricos y religiosos. El estudio del «hecho religioso» en el modelo escolar francés no estaba consagrado únicamente a la religión católica,
que ocupaba, sin embargo, la parte esencial de la disciplina. Los
programas escolares incluían capítulos consagrados igualmente a la
religión en Grecia, Roma y otras civilizaciones. Sin olvidar capítulos
consagrados al judaísmo y el islam. La asignatura iba a comenzar a
impartirse en 2012, pero su aplicación se suspendió con la llegada al
Elíseo de François Hollande.
Prestigio más allá de sensibilidades
Esa base común de conocimientos globales, impartidos en la
escuela pública, iba a completar la enseñanza de la religión católica en
las escuelas privadas, que gozan de gran prestigio, más allá de las
sensibilidades religiosas familiares.
Muchas escuelas e institutos católicos están frecuentados
por hijos de familias laicas, judías y musulmanas, que consideran
oportuno educar a sus hijos en grandes instituciones pedagógicas del
Arzobispado de París. En varias de esas escuelas, en París, incluso se
ofrece a los alumnos una dieta gastronómica adaptada a las convicciones
religiosas musulmanas de algunos alumnos.
Según un sondeo publicado por La Croix,
el 70 % de los adolescentes franceses estimaban que la enseñanza del
«hecho religioso» les ayuda a vivir en comunidad. Otro 57 % afirmaba que
esa enseñanza les ayuda a comprender la actualidad.
Por Juan Pedro Quiñonero, corresponsal en París
ABC
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